¿QUIÉN AYUDA EN CASA?
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Jacinto salía de trabajar a las cinco de la tarde. Entonces se iba
rápidamente a casa. Nada más abrir la puerta, resoplaba con
todas sus fuerzas:
¡UF! ¡Vaya día! ¡Estoy agotado!
-Hola...- lo saludaba Rosa, su mujer, mientras continuaba lavando
los platos, o planchando ropa, o guisando, o fregando la escalera,o...
En cambio, Pablo acudía veloz junto a su padre y, en medio de un
profundo suspiro, se echaba en el otro sofá.
Allí se estaba las dos horas enteras. Y, de cuando en cuando,solían decir:
-Mamá, tráeme una coca-cola. Pero que esté bien fría.
-Rosa, sírveme unas olivas. ¡Y algo de beber, que tengo seca la
garganta!.
Pero un día en su cabeza nacieron extrañas ideas. La buena señora
atravesaba la sala con la tabla de planchar bajo el brazo, cuando un anuncio
de la tele le llamó su atención. En el anuncio presentaban playas desiertas,
fantásticos paseos, maravillosas vistas...
Y, por si fuera poco, hablaban de fabulosos hoteles donde el turista le
entraba todo hecho.¡No era preciso hacer nada! de ¡Nada!, repitió Rosa
para sus adentros, como si no acabara de creérselo. El anuncio terminaba con
una rotunda frase: "No lo piense más.¡Venga a Ibiza!.
-El viernes me marcho a Ibiza.
Ambos se incorporaron como movidos por un resorte.
-¡Pero si no estamos de vacaciones!- exclamó Jacinto.
-El viernes tengo colegio. No podemos ir- protestó Pablo.
-He dicho - " me voy sola" aclaró Rosa con presteza, y luego agregó-Sola,
a descansar.
-¿Y ahora qué hacemos?- quiso saber Pablo.
Lo que tuvierón que hacer sin más remedio fue ocuparse de ellos
mismos y de la casa. Y pronto comprendieron que no era tarea fácil.
-Tengo hambre. Aún no he merendado.
-Pues tendrás que prepararte tú mismo la merienda. Estoy rendido.
Ah..., y cuando vayas a la cocina traéme un vaso de agua.
-Ni pensarlo- protestó Pablo, y continuaron echados en el sofá.
Pero el hambre no perdona, incluso aumenta a pasos agigantados. Así
que decidieron ir a merendar al bar. Y regresaron al bar a la hora de la cena,
y al día siguiente al mediodía, y...Ya no dejaron de hacerlo, pues ellos se
sentían incapaces de preparar comida alguna.
Cuando ya no les quedaba ni una camisa limpia ni tampoco calzoncillos
que ponerse, probaron a hacer funcionar la lavadora.
Y...¡menuda inundación provocaron en el lavabo!.
-Ojalá no vuelva a marcharse nunca- dijo Pablo en tono triste.
Entonces, padre e hijo se miraron muy serios.De pronto cayeron en la
cuenta de que debían hacer algo para que Rosa no se ausentara nuevamente
de casa.
-Sí, pero...¿qué?
-Pues...echarle una mano para que no esté tan cansada- reconoció
Pablo. A Jacinto se le iluminó la cara como si acabara de desentrañar
un gran misterio. Y acto seguido dijo, en tono jubiloso:
-Bien pensado. Si lo hacemos todo entre todos no será tan pesado
Ricardo Alcántara.
Eres genial. No has podido reflejar mejor la situacion de las ayudas que recibimos en casa.
ResponderEliminarMe encanta tu blogs, poco a poco lo ire aprendiendo y entendiendo.
Como veras sigo sin poder poner ni un acento,espero me lo arreglen pronto.
Un abrazo.
Hola Celia.Gracias por entrar en mi blog,tienes que ver la receta del gran cocinero y,el excelente profesor. Te gustará.
ResponderEliminarEspero que esteis pasando una buena Semana Santa.Un gran abrazo, ANTOÑITA.