viernes, 2 de noviembre de 2012

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GAFAS DE SOL
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Un amigo mío fue de viaje a San Juan:
sabiendo que su novia necesitaba unas gafas de sol, encontró la ocasión de comprarle unas bonitas y baratas. Entró en la óptica y, después de ver unas cuantas, le compró unas.
La dependienta se las envolvió y él pagó la cuenta, pero, al marcharse en lugar de coger la caja de las gafas,
cogió una muy parecida que tenía al lado y que contenía unas bragas, que seguramente alguna clienta de la óptica acababa de comprar.
Mi amigo no se dio cuenta de la equivocación, así que desde allí fue directamente a Correos y envió dicha caja a su novia, junto con una carta..

La novia recibió el paquete y quedó perpleja por su contenido, así que leyó la carta que decía.
Querida mía:
Espero que te guste el regalo que te envío. Sobre todo por la falta que te hacen, ya que no tienes ningunas,
pues las otras que tenías llevabas mucho tiempo con ellas, y estas son de las cosas que se tienen que cambiar de vez en cuando.
Espero haber acertado con el modelo. La dependienta me dijo que eran la última moda y me enseñó las suyas que eran iguales. Entonces yo, para ver si eran ligeras me las puse alli mismo; no sabes lo que se rió la la dependienta, por que estos modelos femeninos, en los hombres, quedan  muy graciosos, más a mí, que  ya sabes que tengo unos rasgos muy cargados.

Una muchacha que habia alli me las pidió, quitándose las suyas, para que viera el efecto que hacia y ¡chica!, las vi estupendas, por lo que me decidí y las compré. Pontelas y enséñaselas a tus padres, a tus hermanos...
en fin, a todo el mundo, a ver que dicen. Al principio te setirás muy rara, acostumbrada a ir con las viejas, y más ahora que llevas tiempo sin llevar ningunas.

Si te están pequeñas, me lo dices, que si no  te van a dejar señal cuando te las quites y todo el mundo va a notar que las tienes. Ten cuidado tambien de que no te estén grandes, no sea que vayas andando y se te caigan. Llévalas con cuidado, no vayas a romperlas. Y, sobre todo, no vayas a dejarlas por ahí y las pierdas, que tienes costumbre de llevarlas más en las manos que puestas, para que todos vean tus encantos.
En fin, paraque te voy a encargar nada más, sólo te digo que estoy deseando verte con ellas puestas.

Este es el mejor regalo que podía hacerte,Cariño. Un beso y un abrazo.

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martes, 21 de agosto de 2012

UN MAESTRO Y UN ESCORPIÓN

Un Maestro y un escorpión 

 maestro oriental, cuando vió como un escorpión se estaba ahogando, decidió sacarlo del agua. 
Cuando lo hizo, el alacrán lo picó. Por la reacción al dolor, el maestro lo soltó, y el animal cayó al agua y de nuevo estaba ahogándose. 

El maestro intentó sacarlo otra vez, y otra vez el escorpión lo picó. 

Alguien que había observado todo, se acercó al maestro y le dijo: "Perdone... ¡pero usted es terco! ¿No entiende que cada vez que intente sacarlo del agua lo picará?". 

El maestro respondió: "La naturaleza del escorpión es picar, y eso no va a cambiar la mía, que es ayudar". 
Y entonces, ayudándose de una hoja, el maestro sacó al animalito del agua y le salvó la vida. 

No cambies tu naturaleza si alguien te hace daño; sólo toma precauciones. Algunos persiguen la felicidad,... otros la crean.

domingo, 8 de julio de 2012

FIDELIDAD

Fidelidad 


Un matrimonio bautizó con la palabra “Increíble” a su hijo, porque tenían la certeza que haría increíbles cosas a lo largo de su vida. 
Lo cierto es que, lejano a aquel mandato familiar, Increíble tuvo una vida equilibrada y tranquila. Se casó y fue fiel a su esposa durante setenta años. 
Los amigos le hacían todo tipo de bromas, porque su nombre no coincidía con su estilo de vida. 

Justo antes de morir, Increíble le pidió a su esposa que no pusiera su nombre en la lápida, para evitar cualquier tipo de bromas. 
Cuando murió, la mujer obedeció el pedido, y puso, humildemente: “Aquí yace un hombre que le fue fiel a su mujer durante setenta años”. 

Cuando la gente pasaba por ese lugar del cementerio, leían la placa y decían: “¡Increíble!” 

viernes, 18 de mayo de 2012

LA PACIENCIA

QUIERO COMPARTIR CON TODOS MIS SEGUIDORES Y AMIGOS EL RELATO QUE HE PRESENTADO PARA EL XVIII CERTAMEN LITERARIO." PLAZA DE LA LIBERTAD"



"LA PACIENCIA"
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La vida cotidiana nos ofrece muchos ejemplos de paciencia. Solo hace falta estar atentos. Hay  personas pacientes que la muestran con naturalidad, con franqueza, ni artificios, en el modo que tienen de hablar, escuchar, actuar o desenvolverse por la vida. No cabe duda de que la impaciencia es más escandalosa y jaranera, pero esto no debe impedir percibir la paciencia que de una manera discreta y sabia, hace acto de presencia en nuestras vidas y encuentros.

La paciencia es un rasgo de personalidad madura. Esto hace que las personas que tienen paciencia sepan esperar con calma a que las cosas sucedan ya que piensan que a las cosas que no dependen estrictamente de uno hay que darles tiempo. La persona paciente tiende a desarrollar una sensibilidad que le va a permitir identificar los problemas, contrariedades, alegrías, triunfos y fracasos del día a día, y por medio de ella, afrontar la vida de una manera optimista, tranquila y siempre en busca de armonía. Es necesario tener paciencia con todo el mundo, pero en primer lugar, con uno mismo. 

Paciencia también con quienes nos relacionamos más a menudo, sobre todo si, por cualquier motivo, hemos de  ayudarles en su formación, en su enfermedad...etc 

La paciencia es una de las virtudes más importantes, tenemos que trabajarla para que nos dé sus frutos. La paciencia nos ayudará a ser constantes y no desfallecer. Debemos tomar ejemplo de las personas pacientes, sin que nos sepa mal convertirnos en discípulos de ellas, en aprendices. La paciencia es un valor de primer orden, no sólo para gestionar adecuadamente nuestra dimensión social, sino para alcanzar nuestros proyectos tanto cotidianos como intelectuales. (Detrás de una persona de ciencia hay una persona paciente) Quiero contar un poco mi experiencia y, ahora con tiempo y mis años voy a relatar algo sobre la misma 

La paciencia que tienen los profesores y enseñantes con sus alumnos, que repiten una y otra vez la misma pregunta, y ellos la explican de nuevo como si fuera la primera vez.En cualquier asignatura vuelven a machacar todo desde el principio tantas veces como sea necesario, soportando a los más inteligentes, que ya al saber lo que están exponiendo de nuevo, se aburren y alborotan y distraen a los  más rezagados. El profesor con su buen hacer y su mucha paciencia hace que todo marche sobre ruedas y así todo un curso con niños de distintas edades y caracteres diferentes. 

Pasemos a los profesores que dan clases para adultos, ahí la paciencia es inagotable, ya que los mayores, yo entre ellos, tenemos buena voluntad por aprender, pero ni la memoria para retener las múltiples cosas que no sabemos, y ellos quieren que aprendamos, ni las nuevas tecnologías son cosas fáciles para nuestra edad y ,sin embargo buscan la más amena y sencilla hasta conseguir que aprendamos y nos medio desenvolvamos en el campo de la informática y podamos entrar en tantas redes sociales y estar en contacto con otras personas, países, noticias de todo el mundo, como conecto yo con mi blog. 

La experiencia es una fuente educativa. Por eso hay que escuchar a quienes llevan ya tiempo aquí, porque tienen la autoridad moral de los años vividos. A nosotros esto no nos ahorra la zozobra de la vida, pero nos permite acumular herramientas para afrontar los irremisibles sobresaltos que implica vivir en este mundo." Nunca dejaré de recordar y agradecer a mi primera maestra  (Doña Concha Salas) que me enseñó a leer a la edad de unos cuatro años". Y a mis profesores de las nuevas tecnologías que gracias a ellos he conseguido mantener una cordial amistad virtual. 

También intento aprender idiomas "ingles" (aunque sé que loro viejo no aprende...) Cuentan que hay que tener  ejércitos de paciencia para alcanzar para alcanzar tus objetivos. Todos conocemos la frase," La paciencia es la virtud de los dioses" en mi opinión, la paciencia va unida a la confianza en uno mismo, y además debemos tener en cuenta que hay circunstancias o acontecimientos que no dependen solo de nosotros, o solo en parte. Tener experiencia de algo implica pasar por una situación nueva no vivida hasta ese momento. Por lo tanto, la paciencia se adquiere a través de la experiencia de vivir. 

Vivimos en un mundo que menosprecia el gran tesoro que significa la experiencia. Nuestra cultura llega a despropósitos tales como idolatrar a jóvenes ricos, famosos y vistosos, a quienes acercamos tantos micrófonos como podemos, bebiendo sus palabras como si se tratase de los nuevos dioses del olimpo, mientras olvidamos a nuestros ancianos que podrían enseñarnos a saborear la virtud de la paciencia y su extraordinario valor para enfrentarse a las situaciones dolorosas de la existencia. 

Estamos ofuscados por falsos dioses, mientras van desfilando ante nosotros en las televisiones programas que empobrecen nuestra cultura. La paciencia en modo alguno debe conducirnos a la pasividad ante el mundo, a la indiferencia frente a lo que en él acontece. Ser paciente no quiere decir ser tolerante con la injusticia, ignorancia y miseria que hay en el mundo. La paciencia es un bien que se refleja en la vida social, pero sería ingenuo no apercibirse de la potencia con que la impaciencia se propaga en nuestras vidas. La impaciencia no es la ausencia o falta de paciencia, es algo que se traduce en una manera de ser y de actuar muy definidas. 

De igual manera que la enfermedad no es la falta de salud, ni la desgracia la falta de felicidad, la impaciencia es un impulso emocional que bulle en el interior, pero revienta en la superficie. Si la paciencia nos causa admiración y es digna de ser imitada, la impaciencia nos averguenza y preferimos no conocerla. Avergonzarse de la impaciencia es algo sano, puesto que es una manera de buscar la paciencia. La impaciencia es una irritabilidad permanente. En el fondo, el impaciente tiene un problema con el tiempo. Vive siempre desbocadamente, a la espera de una realización inminente del futuro, y es incapaz de comprender que todo tiene su tiempo y que ese  afán de que el futuro se haga realidad le roba el goce del presente. "La paciencia es la fortaleza del débil y la impaciencia, la debilidad del fuerte". Talentos y dones naturales no suelen estar bien repartidos, pero sería maravilloso que la paciencia estuviese presente ante el débil. 

¿Qué puedes hacer para ejercitar la paciencia? 

Trabajar la capacidad ante la frustración de no alcanzarlo a la primera. Tener claro tu objetivo, y un buen enfoque del mismo. Mantener una actitud positiva, en cualquiera de las situaciones. Buscar otras alternativas para alcanzarlo. Fíjate creo que la felicidad humana depende de la ilusión que ponemos en las cosas que hacemos y en el trabajo bien realizado. "Todo pasa", cierto es; pero pasa según el compás de cada cosa y no como querríamos nosotros. Desearíamos que los años horribles transcurriesen rápidamente, pero van a su paso. Quisiéramos que los años maravillosos fuesen eternos, pero también acaban por escurrirse.


  extremo opuesto a la impaciencia es la pereza, que también es un defecto. La persona perezosa no tiene ninguna intención de poner mano a la obra; siente desgana ante la labor y espera a que otros la hagan. La paciencia no es la pereza, puesto que ésta es una debilidad del carácter, una lacra moral. La diligencia es la virtud de la persona que busca hacer las cosas de la manera más eficiente, sin agobiar a  los  demás ni mostrar intolerancia antes quienes se mueve lentamente. La persona impaciente se pierde muchas cosas buenas de la vida. Todos necesitamos paciencia, aunque generalmente es más fácil percibir la que le falta al otro que la que nos escasea a nosotros.

Paciencia no es la virtud del futuro del modo que lo es la esperanza; es la virtud del presente. Para vivir el presente, y  no soportarlo simplemente mientras se aguarda la llegada de un futuro maravilloso, hace falta ser paciente. A veces consideramos erróneamente que lo que hace más atractiva a una persona es precisamente lo que no se ve. Como ser generoso, buenos sentimientos, dignidad, respeto con todas las personas, pero sobre todo contigo mismo.

En la medicina, en concreto en el hospital de Santa Ana  en Motril, donde hemos pasado dos meses con mi marido ingresado por una perforación intestinal. He tenido la oportunidad de convivir, ver, observar y admirar la paciencia de todos los que trabajan y de qué forma tan abnegada, y responsable cada una ,uno en su función. Nunca podremos agradecer y felicitar a las enfermeras la disciplina de horarios viniendo desde Granada u otras ciudades andaluzas, Málaga, Jaén etc. La puntualidad británica, con frío, lluvia o sol. Turnos de noche, mañana o tarde.

Enfermos con la paciencia agotada por su enfermedad, o su impaciencia por estar siempre con el timbre presto. Ellas siempre con buenos modales y amabilidad exquisita, suavizando y minimizando los problemas y de esa buena forma, con agrado y su buen hacer todos contentos. Las auxiliares siempre prestas en ayudar en todo, aún cuando a ellas no les correspondan algunas obligaciones que serían de los familiares de dichos enfermos.

Los médicos y cirujanos haciendo filigranas y autenticas obras de arte reconstruyendo los desaguisados que la Naturaleza se encargó de estropear (como ha sido nuestro caso). Ellos sin pensar que es de día o noche festivos o laborales, están en su trabajo y por el bien del paciente.

                                              ANTONIA

miércoles, 16 de mayo de 2012


ASTUCIA FEMENINA
 
 
Los griegos decían que las mujeres tenían algo que ellos no tenían y que ellos envidiaban :ASTUCIA!!!
De cualquier cosa que le des a una mujer, ella hará algo fabuloso.
 
Dale un espermatozoide y ella te dará un hijo…
Dale una casa y ella te dará un hogar...
Dale alimentos y ella te dará una exquisita comida...
 
Dale una sonrisa y ella te dará su corazón…
Ella multiplica y engrandece todo lo que le des... 
 
Así que si le das problemas... ¡¡prepárate!!

martes, 20 de marzo de 2012

AGRADECIMIENTO AL HOSPITAL DE SANTA ANA EN MOTRIL (GRANADA)

Quiero compartir con mis seguidores y amigos la carta de agradecimiento al personal del "HOSPITAL DE SANTA ANA DE MOTRIL (GRANADA) Por los cuidados y atenciones recibidas durante nuestra larga estancia en el mismo.

¿IRONIAS DE LA VIDA?
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Que quizás mejor realidad de la vida misma, donde como se dice "todo es relativo".
Y es como el día diez de diciembre pasado, mi familia y yo regresamos pletóricos de la Haza del Lino,restaurante en zona montañosa de gran belleza forestal, donde nos desplazamos a almorzar y disfrutar de un sábado agradable.
Nada hacía de presagiar que al regresar a casa, sin previo aviso o malestar que lo justificare, sentí un dolor agudo en el vientre que se acrecentaba sin cesar, y como el mal no cedía, tuvimos que llamar a una ambulancia que me trasladó al hospital y me ingreso en urgencias.
Allí me atendieron rápidamente y a ello colaboró el que la sala estaba desierta, pues como se sabe no somos muy propicios a acudir a los centros de salud los días de fiesta, y a lo que se añadía a esta hora jugaban los equipos de Real Madrid y Barcelona.
Y así sin que nada lo impidiere, muy afablemente, una joven médico, puso todo su empeño y encargo me realizaran diversas pruebas diagnósticas (análisis, radiografías,ecografías, tac, etc) que si bien descartaron la posibilidad de apendicitis o cálculos renales, los gases no dejaron ver mucho más que orientarse a los facultativos.
Ya de mañana, como el dolor persistía, el Dr.Ferrer,cirujano, dijo que la exploraciones no indicaban mucho, pero que el intestino estaba perforado y no había tiempo que perder, el quirófano puso de manifiesto que todo el mal era causado por una espina de pescado que había originado una peritonitis.
Pero con la operación no acabo el tormento que continuo casi cincuenta días, y fue tal el suplicio, que a veces pensaba que aquello sería irreversible.
En este estado, esperaba con gran avidez la visita diaria del médico de turno a ver si alguna vez me confirmaba alguna mejoría próxima, pero lógicamente, poco locuaces y con la mejor sonrisa, daban tiempo al tiempo, que no era cosa de días si no de semanas y meses.¡Qué no desesperara!.
Un nuevo paso por el quirófano porque la herida se abriera una y otra vez, no supuso, al parecer, la mejora apetecida, y el personal sanitario se desvivía curándome tres veces al día,pero aquello supuraba y supuraba.
Hasta que el Dr. Ferrer, en su día de turno, me dijo que se me iba a colocar, sobre la herida, una esponja que me mejoraría. Esto, en realidad consistía en un plástico, pegado sin fisuras sobre el abdomen, por encima de la esponja antes dicha, y a la que se aplicaba una máquina que absorbía el exudado, secaba la herida, y conseguia espaciar las curas a cuatro días.
¿Milagro?. Buen hacer. El dolor cedió y me permitió dormir y descansar. ¿Qué mejor se podía pedir?. Yo ya pensaba que en esta línea seria posible ver la luz del final del túnel.
Diez o doce días después, se seco todo aquello que asemejaba a un plato llano, el Dr. Palomeque, en un alarde de habilidad quirúrgica, me llevo nuevamente al quirófano, y lo que parecía imposible, cerró totalmente toda la abertura.
Aprovecho la ocasión para decir, que si el dolor es un mal consejero y mi comportamiento, alguna vez, se extralimitó y no fue el adecuado, ruego sepan disculpar salidas de tono extemporáneas.
Una estancia en el hospital, nos es un sueño que nos desvele pero cincuenta días en el mismo, permiten conocer a todas las gentes que lo sustentan: personal facultativo,técnico sanitario y de multitud de servicios, y comprobar, en propia carne su bien hacer, su calidad de trabajo, su desenvoltura y empeño en su labor profesional, y a los que a todos, sin excepción, sin citar nombres, largo de enumerar, solo cabría decir, gracias, gracias, gracias...,pues todos forman y conforman el edificio emblemático de la ciudad de Motril que se llama "Hospital de Santa Ana"
Fdo-Antonia y Sebastián Lorenzo Castillo.

domingo, 5 de febrero de 2012

¿SABEMOS QUIENES SOMOS...?

Había una vez un hombre que padecía de un miedo absurdo, temía perderse entre los demás. Todo empezó una noche, en una fiesta de disfraces, cuando él era muy joven. Alguien había sacado una foto en la que aparecían en hilera todos los invitados. Pero al verla, él no se había podido reconocer. El hombre había elegido un disfraz de pirata, con un parche en el ojo y un pañuelo en la cabeza, pero muchos habían ido disfrazados de un modo similar. Su maquillaje consistía en un fuerte rubor en las mejillas y un poco de tizne simulando un bigote, pero disfraces que incluyeran bigotes y mofletes pintados había unos cuantos.

 Él se había divertido mucho en la fiesta, pero en la foto todos parecían estar muy divertidos. Finalmente recordó que al momento de la foto él estaba del brazo de una rubia, entonces intentó ubicarla por esa referencia; pero fue inútil: más de la mitad de las mujeres eran rubias y no pocas se mostraban en la foto del brazo de piratas.
El hombre quedó muy impactado por esta vivencia y, a causa de ello, durante años no asistió a ninguna reunión por temor a perderse de nuevo.
Pero un día se le ocurrió una solución: cualquiera fuera el evento, a partir de entonces, él se vestiría siempre de marrón. Camisa marrón, pantalón marrón, saco marrón, medias y zapatos marrones. “Si alguien saca una foto, siempre podré saber que el de marrón soy yo”, se dijo.

Con el paso del tiempo, nuestro héroe tuvo cientos de oportunidades para confirmar su astucia: al toparse con los espejos de las grandes tiendas, viéndose reflejado junto a otros que caminaban por allí, se repetía tranquilizador: “Yo soy el hombre de marrón”.
Durante el invierno que siguió, unos amigos le regalaron un pase para disfrutar de una tarde en una sala de baños de vapor. El hombre aceptó gustoso; nunca había estado en un sitio como ése y había escuchado de boca de sus amigos las ventajas de la ducha escocesa, del baño finlandés y del sauna aromático.

Llegó al lugar, le dieron dos toallones y lo invitaron a entrar en un pequeño box para desvestirse. El hombre se quitó el saco, el pantalón, el pullover, la camisa, los zapatos, las medias… y cuando estaba a punto de quitarse los calzoncillos, se miró al espejo y se paralizó. “Si me quito la última prenda, quedaré desnudo como los demás”, pensó. “¿Y si me pierdo? ¿Cómo podré identificarme si no cuento con esta referencia que tanto me ha servido?”

Durante más de un cuarto de hora se quedó en el box con su ropa interior puesta, dudando y pensando si debía irse… Y entonces se dio cuenta que, si bien no podía permanecer vestido, probablemente pudiera mantener alguna señal de identificación. Con mucho cuidado quitó una hebra del pulóver que traía y se la ató al dedo mayor de su pie derecho. “Debo recordar esto por si me pierdo: el que tiene la hebra marrón en el dedo soy yo”, se dijo.

Sereno ahora, con su credencial, se dedicó a disfrutar del vapor, los baños y un poco de natación, sin notar que entre idas y zambullidas la lana resbaló de su dedo y quedó flotando en el agua de la piscina. Otro hombre que nadaba cerca, al ver la hebra en el agua le comentó a su amigo: “Qué casualidad, éste es el color que siempre quiero describirle a mi esposa para que me teja una bufanda; me voy a llevar la hebra para que busque la lana del mismo color”. Y tomando la hebra que flotaba en el agua, viendo que no tenía dónde guardarla, se le ocurrió atársela en el dedo mayor del pie derecho.

Mientras tanto, el protagonista de esta historia había terminado de probar todas las opciones y llegaba a su box para vestirse. Entró confiado, pero al terminar de secarse, cuando se miró en el espejo, con horror advirtió que estaba totalmente desnudo y que no tenía la hebra en el pie. “Me perdí”, se dijo temblando, y salió a recorrer el lugar en busca de la hebra marrón que lo identificaba. Pocos minutos después, observando detenidamente en el piso, se encontró con el pie del otro hombre que llevaba el trozo de lana marrón en su dedo. Tímidamente se acercó a él y le dijo: “Disculpe señor. Yo sé quién es usted, ¿me podría decir quién soy yo?”

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